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Museo Nacional de Arte Oriental

De la China a la Argentina: Las porcelanas y la construcción identitaria en los albores de la nación

Oriente en el Palacio San José

Por Cecilia Iida

Desde el medioevo, las porcelanas chinas fueron una de las manufacturas de mayor circulación en todo el mundo. Codiciadas por las cortes y las élites, tanto en Oriente como en Occidente, se convirtieron muy pronto en signo de estatus. Además de su excelente calidad, se valoraban por su blancura, la fineza y resistencia a las temperaturas, lo translúcido y una especial sonoridad que las convirtieron en objetos de lujo en Europa y también en las colonias de América. A estas cualidades se sumaba también el misterio de su manufactura, ya que la técnica de su realización no fue conocida en Europa sino hasta comienzos del siglo XVIII. 

Este tipo de cerámico fue creado durante la dinastía Tang (618-907) a partir de una pasta compuesta por caolín, feldespato y cuarzo que se cocía a muy altas temperaturas. Las piezas eran vidriadas y de perfecto acabado, y aunque en sus orígenes eran totalmente blancas, posteriormente fueron decoradas con el característico azul y blanco y luego con una amplia paleta que alcanzó un gran colorido. 

Estas magníficas producciones eran realizadas principalmente en la ciudad de Jingdezhen (景德鎮), en la provincia de Jiangxi, donde se conformó el principal centro cerámico, que logró abastecer el comercio local y extranjero. Allí se realizaban piezas de excelencia y con un repertorio muy amplio de formas y diseños, los cuales en los casos de exportación eran adaptados al gusto y a la demanda occidental.

Así, fueron llegando estos productos a América desde tiempos coloniales, especialmente a los centros del Virreinato de Nueva España y de Lima, a través del intercambio comercial impulsado por las rutas comerciales del galeón de Manila y luego a partir del comercio con Europa. En contraste, las regiones más australes recibieron en menor medida productos orientales, quedando las porcelanas sujetas al consumo exclusivo de las élites.

Hacia el siglo XIX, en nuestro país, aun cuando las importaciones llegaban directamente al puerto de Buenos Aires, la porcelana continuó siendo un bien de lujo de las clases privilegiadas. Su valor simbólico se veía reflejado en los contextos de uso y consumo. Representaban un estilo de vida, por lo que no eran utilizadas a diario, sino que se conservaban y exhibían como objetos de prestigio y sólo eran utilizadas en ocasiones especiales. Posteriormente, un gran número de estas vajillas y objetos decorativos pasaron a formar parte de las colecciones de los museos de nuestro país. 

Un caso destacado es el juego de té en porcelana del Palacio San José. Museo y Monumento Histórico Nacional "Justo José de Urquiza". Este juego de té fue un obsequio a Dolores Costa, la esposa del General Justo José de Urquiza, quien era la encargada de recibir y agasajar a los huéspedes que los visitaban. 

El conjunto está compuesto por una tetera, tazas y platos, decorados con una amplia paleta lograda mediante la aplicación de pigmentos y oro, dentro del cual se destacan las iniciales de su dueña “DC de U”, grabadas en dorado. Las piezas presentan diferentes representaciones de temática china, enmarcadas con ornamentación profusa con figuras vegetales y aves. Las imágenes principales son escenas con figuras humanas realizando diferentes acciones sobre espaciosos fondos blancos, que como en la pintura china, articula plenos y vacíos.

Tiene sentido que el conjunto fuera realizado en los tiempos del general Urquiza, época que coincide con la dinastía Qing (1644-1911), la última del Imperio Chino. En este período una de las principales innovaciones en la manufactura de la porcelana fue la inclusión de una tercera cocción, lo que permitía incorporar el oro y los intensos pigmentos en tono púrpura que se destacan en este juego de porcelana. 

En el acervo del Museo Nacional de Arte Oriental también se conservan un número significativo de teteras, platos y tazas de diferentes estilos y formas. Las tazas de porcelana del Palacio San José son, en comparación, más altas y parecidas a las jícaras -que en América se utilizaban para tomar chocolate caliente-, mientras que las piezas del Museo Nacional de Arte Oriental presentan formas de cuenco, son más bajas y no poseen asas. Las decoraciones son también variadas, predominando las inspiraciones en la naturaleza y paletas muy amplias. 

Esta diversidad y los contrastes que se observan entre todas las piezas relevadas se debe a la proliferación de variadas tipologías desarrolladas en China, desde que en el siglo XVII se introdujo en Europa la costumbre de tomar té. Así, muchas veces, los formatos y la decoración de las porcelanas de exportación respondía a los gustos e intereses de los consumidores.

Las porcelanas de ambos museos pertenecieron a diferentes familias del país y llegaron a su destino actual a través de donaciones. Son vestigios materiales que dan cuenta de cómo se construía la identidad local, cuáles eran sus consumos, pero también son artefactos simbólicos que aluden a la cultura en la que fueron hechos. Por esto, cada pieza de porcelana nos habla de los vínculos y de cómo a pesar de las distancias se dieron formas de encuentro y desencuentro entre Oriente y Occidente.

Agradecemos la colaboración especial de Sabrina Ponzoni y Beatriz Fernández y de todo el Palacio San José. Museo y Monumento Histórico Nacional Justo José de Urquiza. 

Bibliografía recomendada

Cánepa, Teresa (2020) Jingdezhen to the world: The Lurie collection of chinese export porcelain from the late Ming Dynasty, Paul Holberton Publishing. London.

Krahe, Cintia (2017) “La globalización de la porcelana Ming”, El patrimonio intangible del arte chino. Maestros de la creación, Asociación pro Centro de la Cultura y Arte China-Occidente (CCACO). Madrid. pp. 144-151.

Rinaldi, Maura (1989) Kraak Porcelain: A Moment in the History of Trade, London, Bamboo Publishing Ltd. 

Schávelzon. Daniel (2001), Catálogo de Cerámicas Históricas de Buenos Aires (siglos XVI-XX). Con notas sobre la región del Río de la Plata. Fundación para la Investigación de Arte Argentino, Fundación Telefónica. FADU. Buenos Aires.

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Investigación y texto: Cecilia Iida | Diseño: Micaela Farias | Producción General: Tomas Dotta 

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El programa Oriente en, en el que está inscripto este artículo, tiene como objetivo generar comunidad, fortalecer relaciones institucionales con otros espacios y presentarse como museo de referencia para las colectividades que involucra. Propone vincularse con objetos u otros materiales de las culturas orientales presentes en otros espacios, instituciones o colecciones.