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Museo Nacional de Arte Oriental

Como en el amor en la guerra: las armaduras samurai en los museos nacionales

Oriente en el Museo de Armas de la Nación. En este artículo nos asomamos al complejo mundo de los guerreros samurai a través de las armas y armaduras.

Por Cecilia Iida

En el cuento “El incivil maestro de ceremonias Kotsuké no Suké” Borges cuenta una historia de infamias, sacrificios y lealtades que toman curso a partir de la muerte del sr. de la Torre de Ako, un bushi (o samurai) sentenciado injustamente pero también vengado por quienes habían sido parte de su clan. El relato alude al honor, al respeto hacia los rangos y a la lealtad como signos de esta clase guerrera que surge en Japón y consolida su poder político en la era Kamakura (1185-1333). 

Este período se inicia con el fin de la Guerra Genpei (1180-1185), que enfrentó a dos clanes y dió lugar al ascenso de una aristocracia militar provincial. El ascenso político de la clase samurai fue creciendo en consonancia con la pérdida de control del poder de la corte de Kyoto. En este contexto se configura el ideal del guerrero honorable, cuyo destino es la lealtad y la muerte, el cual Borges dibuja en su cuento y que se difunde por Occidente. Pero esta no es la única mirada sobre los samurai de la literatura. Los primeros relatos bélicos japoneses ofrecen una caracterización con distintos matices y en ciertos aspectos un poco distinta sobre estos guerreros. Ejemplo de lo cual es el Heike Monogatari (El cantar del Heike, 1372), un clásico de la literatura oral japonesa que relata la batalla histórica mencionada. A  lo largo de la trama que enfrenta al clan Minamoto con los Taira se cuentan grandes hazañas y actos de heroísmo, se narran alianzas pero también las traiciones, las retiradas no son siempre honrosas y algunos de los personajes buscan la gloria y el ascenso personal. Esta caracterización de los guerreros se vincula con la época en la que se narra la historia, la cual precede a la configuración de los samurai como clase social establecida. 

Con su ascenso hacia el poder político se instala la figura del shogun como gobernante y a los shogunatos como sus sucesivos mandatos. En ese camino el arquetipo de bushi se establece en torno a ideales tales como el respeto, el honor, la valentía, la lealtad, la honestidad, la justicia, entre otros. Estos valores se plasman en las escrituras conocidas como bushidō (el camino del guerrero), un código compilado en época Kamakura que generó tradiciones marciales y éticas que rigieron el arquetipo para los samurai

En este artículo nos asomamos al complejo mundo de estos guerreros a través de algunos de sus vestigios materiales más preciados: sus armas y armaduras; artefactos que tuvieron un gran protagonismo desde las primeras épocas y que fueron transformándose, asumiendo diferentes despliegues técnicos y estéticos y particularidades propias en cada período. Aquí examinaremos y pondremos en diálogo un conjunto de piezas conservadas en el Museo Nacional de Arte Oriental (MNAO) y en el Museo de Armas de la Nación Tte. Gral. Pablo Riccheri. Las armaduras que mencionaremos fueron originalmente adquiridas por diferentes coleccionistas y luego donadas a estos museos, desde donde hoy nos acercan a quienes las vistieron.

casco kabuto

Casco (kabuto). Museo Nacional de Arte Oriental

De la guerra a la paz. Las armaduras del Museo de Arte Oriental

En el MNAO se conservan varias armaduras (o yoroi). La más antigua está datada en el período Muromachi (1338-1573), etapa gobernada por el clan Ashikaga y atravesada por distintas batallas. Las armaduras eran por supuesto fundamentales.

La pieza del museo se conserva casi completa: el casco (kabuto) es de dieciocho láminas y posee un cubre nuca compuesto por tres láminas horizontales unidas por cordones azules. El frente lleva ornamentaciones y los laterales presentan dos extensiones (fukigaeshi) decoradas con motivos florales de cobre. La protección de la cabeza se completa con una máscara (mengu), que expresa una mueca atroz coronada por un tupido bigote. Como es usual, la máscara no solo ofrecía protección sino también presentaba un rostro que buscaba intimidar a los enemigos.

La coraza que cubre todo el torso se compone de láminas laqueadas y doradas y cordones de hilo entrelazado en azul, natural, naranja y marrón. Por su materialidad y confección la coraza es liviana, flexible y resistente, a la vez que despliega un bello colorido con tonos contrastantes. La factura evidencia la búsqueda del equilibrio entre la belleza y la técnica, aspecto de especial interés para los maestros artesanos (gusoku-shi) dedicados a la producción de armamento. Junto a la coraza también se conservan protectores para los hombros (sode) y para los brazos, estos últimos están compuestos por placas laqueadas en negro y oro y una tela de brocado azul y dorado con una malla metálica que otorga protección y flexibilidad de movimiento. El conjunto se completaba con protección para los muslos (haidate) y espinilleras (suneate). 

Como todas las armaduras samurai, este conjunto de guerra fue probablemente un signo de estatus y rango de algún guerrero. Según el legajo de la pieza, esta posee una etiqueta con la inscripción “Shōhei dynasty, 1346”, también en este documento se sugiere que pudo pertenecer a un alto rango militar. Sea como fuere, los bushi gozaron de ciertos privilegios tales como portar dos espadas, tener apellidos, o llevar atuendos con materiales suntuosos. Por su alto valor real y simbólico las armaduras configuraron un linaje paterno que se heredó de generación en generación y es probable que así llegara hasta nuestros días.

A pesar de lo antedicho, no todas las armaduras fueron iguales, con el correr del tiempo se desplegaron nuevas técnicas y desarrollos armamentísticos. Estas mutaciones se relacionan tanto con necesidades bélicas como con el encuentro con el armamento de otras regiones y continentes. En ese sentido, el descubrimiento de armas de fuego occidentales como el arcabuz implican la necesidad de reforzar con metales la protección de la coraza y esto modificó su confección y aspecto. Aun así, los artesanos continuaron produciendo armas tradicionales como la coraza laminar de otra de las armaduras de la colección del MNAO.

Esta yoroi está expuesta actualmente en la muestra Oriente todo y se ha datado según su legajo en la época Tokugawa. Se trata de una armadura completa con 12 piezas y, como la anterior, también presenta una materialidad refinada que combina el trabajo en metal, seda, cuero, laca, hueso y madera. La coraza es laminar, llamada así por estar compuesta por pequeñas placas de cuero laqueado unidas unas con otras cordones de seda. Las cuerdas trenzadas en seda son una innovación propiamente japonesa y aportan una clave de color que diatingue y evidencia el estatus del bushi que la porta. Junto al tratamiento de laqueado de las láminas le otorgan a las armaduras flexibilidad, resistencia y un valor estético y simbólico. 

En la exposición esta coraza es portada por un maniquí dispuesto en posición de ataque. Esta figura representa un samurai que se alza de pie y eleva su katana (sable samurai) por sobre su hombro a punto de asestar un golpe; en su otra mano lleva un wakizashi o sable corto. La personificación muestra a este samurai en el momento cumbre del ataque y hace honor a la conocida frase de Tokugawa Ieyasu para quien “la espada es el alma del Samurai”.

Desarrollos estéticos y bélicos: los samurai del Museo de Armas de la Nación

La sala de armas orientales configura un espacio separado del resto del museo, en la que se conservan y exhiben armas de variada proveniencia. Entre estas, tienen un lugar destacado las armaduras, armas e instrumentos bélicos de los samurai. Estos se exponen en vitrinas que buscan recrear un ambiente típicamente japonés; escenarios que invitan a espiar en los interiores de madera, espacios pequeños con ventanas de papel que, en uno de los casos se abre al espesor de un bosque con un lago y una profusa vegetación. Este clima escenográfico está en sintonía con el montaje de maniquíes que, en distintas posturas, portan las armaduras datadas todas en el período Tokugawa (1603-1868).

Luego de intensos ciclos de enfrentamientos internos y externos, esta época inaugura una extensa era de paz. En este contexto, el neoconfucianismo ordena la estructura social, las jerarquías son claras y delimitadas y los samurai tienen un lugar privilegiado. Al no haber guerras, muchos de ellos ocupan roles en la burocracia estatal, se vuelven sabios letrados y se dedican a las artes. En términos de armamentos, a pesar de ser un período relativamente estable y pacífico, se siguieron produciendo armaduras. Aún más, la paz dió tiempo y lugar a los artesanos para dedicarse al apasionante trabajo de perfeccionar sus obras; lo que se evidencia en el trabajo técnico y artístico de las piezas del Museo de Armas de la Nación.

detalle armadura

Detalle armadura Tosei gusoku. Museo de Armas de la Nación Tte. Gral. Pablo Riccheri.

En el centro de una de las vitrinas se encuentra una figura sedente con una armadura Tosei gusoku. La misma se compone de un casco realizado con varias placas unidas con remaches y coronado en el frente por una cresta kuwata. Lleva el cubre nuca y también sale por debajo una extensa y pesada cabellera negra que enmarca una máscara intimidante con bigote incluido. El cabello llega hasta el torso, que va cubierto por una coraza byo kakari do-Maru, un tipo de peto compuesto por placas horizontales unidas por remaches que envuelve el cuerpo y se ajusta en el lado derecho. Ésta se encuentra decorada con una imagen que representa a un bodhisattva, un ser encaminado a la iluminación que elige renunciar al Nirvana hasta que todos los vivientes alcancen este estado. Se trata de Manjushri, figura budista asociada al saber; quien carga en sus manos las escrituras de la perfecta sabiduría y una espada. Este ser es representado sentado, cabalgando un león que lleva una melena arremolinada que se confunde con las nubes sobre las que flota. Esta maravillosa composición es obra del armero Miochin Muneaga. Atendiendo a esta obra cabe recordar que, además de la función principal de defensa, las armaduras también fueron producciones estéticas que, como ésta, combinan técnicas complejas y materialidades suntuosas y elementos simbólicos y artísticos. Como referimos, las armaduras eran signos de estatus y los samurai las vestían en la guerra pero también ceremonias, fiestas y procesiones anuales.

En una de las vitrinas enfrentadas a este bushi, llama la atención otra armadura, esta pertenece a un arquero. Desde los inicios el arco y la fecha fue una de las principales armas de los samurai. De hecho, la práctica de esta técnica era una constante en su formación y una práctica continuada aún hoy como un deporte conocido como yabusame.

armadura arquero

Armadura arquero. Museo de Armas de la Nación Tte. Gral. Pablo Riccheri.

El arquero expuesto es presentado en el acto de lanzar su flecha, el arco tensado y a punto del disparo. Como en la escena del MNAO esta figura se encuentra en el momento álgido de la acción de batalla y va protegido para la ocasión.  

Su coraza tosei gusoku - do maru es de un tipo que se fabricaba desde el siglo XV. En este caso lleva pequeñas láminas con un tupido entretejido que configura un diseño lineal en tono verde seco. Lleva un casco alargado (hachi) que toma la forma de una hoja de paulownia y está coronado en el frente con un maedate con forma de astas rojas y alargados. Era común que, en las cúpulas y crestas, se exhibieran diversos motivos simbólicos y estéticos que permitían identificar al guerrero y su desempeño en la batalla. 

Su máscara presenta mueca atemorizante con la nariz y boca muy pronunciadas y bigotes de pelo, a esta protección se une un cubrecuellos (yodare-kake) compuesto con el mismo material y técnica que la coraza. El conjunto se completa con los protectores de brazos y piernas y su calzado está compuesto por cuero y piel de oso. 

En términos de armamentos este samurai lleva además de su arco y flecha un sable corto. Junto a él se expone junto a un carcaj de madera laqueado con el diseño de la insignia (mon) del clan Toyotomi en dorado. 

En todas las vitrinas de esta sala proliferan múltiples y muy distintas armas e insumos bélicos, katanaswakizashi, lanzas y también trompetas horagai y tambores que evidencian un maravilloso trabajo técnico y estético. 

Con el establecimiento del gobierno en Edo (actual Tokio) la figura de los samurais cayó en decadencia y terminó con el extenso período de shogunatos. A pesar de esto, como en el amor y en la guerra, la pasión suscitada por los bushi tiene continuidad hasta el presente y sus historias entre legendarias y ficcionales pueblan las artes, la literatura y el cine que se difunde en todo el mundo.

Bibliografía

Borges, J.L. “El incivil maestro de ceremonias Kotsuké no Suké”, en Historia universal de la infamia, Buenos Aires: Emecé, 1999 (1954), pp. 87-96.

Bryant, Anthony (1994), Los samurais, España: Ediciones del Prado.

Anónimo (2010) Heike monogatari, trad. C. Rubio y R. Tani Moratalla, Madrid: Gredos.

Robinson, H. Russell (1969). Japanese Arms & Armor, New York: Crown Publishers.

Wittney Hall, John (1973) El imperio japonés, Madrid: Siglo XXI.

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El programa Oriente en, en el que está inscripto este artículo, tiene como objetivo generar comunidad, fortalecer relaciones institucionales con otros espacios y presentarse como museo de referencia para las colectividades que involucra. Propone vincularse con objetos u otros materiales de las culturas orientales presentes en otros espacios, instituciones o colecciones.