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Museo Nacional de Arte Oriental

Buda y sus distintos significados: un viaje por la iconografía del budismo

El Museo Nacional de Arte Oriental posee una colección de esculturas de Buda. Conocé qué simbolizan

Siddhartha Gautama, Buda Shakyamuni, o simplemente Buda fue un asceta que vivió en India del 563 al 483 antes de nuestra era. Su imagen se popularizó de continente a continente de las más diversas formas, hasta volverse un objeto de culto y decorativo. El Museo Nacional de Arte Oriental, que posee una colección de esculturas de Buda, te invita a conocer sus mil caras.

“La palabra buddha significa despertar, reconocer, comprender”, así lo señala la especialista en estudios orientales Paula Savón. Y agrega: “Lo que asociamos con la imagen de Buda es la representación de Siddhartha Gautama, el príncipe iluminado que renunció a su vida de lujos y se convirtió en el iniciador de la tradición budista luego de sentarse a meditar al pie de un árbol hasta alcanzar la perfecta sabiduría, el nirvana, el estado de iluminación que es la esencia de la enseñanza budista”.

En los comienzos del arte budista se utilizaban símbolos: no era común ver la representación de Buda con forma humana, antes bien, utilizaban diversas imágnes para indicar su presencia y difundir su enseñanza: la stupa, un monumento funerario que albergaba reliquias; el árbol Bodhi, donde Buda alcanzó el despertar; la flor de loto, que simboliza la pureza, la perfección; la huella del pie asociada a la compasión y la renuncia.

El debate sobre el origen de la imagen de Buda ha sido uno de los más polémicos en la historia del arte indio. Tras la desaparición física de Siddhartha Gautama (563-483 a.n.e.), su figura comenzó a ser representada de manera antropomorfa. Algunas teorías señalan la influencia del arte griego en el noroeste de India, otras que dicha figura fue inspirada en una imagen india anterior a Siddhartha, el Siva Pasupati. Savón sostiene que en el período Gupta (siglos IV-VI), época de oro de la cultura india, el arte budista alcanzó una gran expresividad, y los rasgos y elementos que caracterizaron la imagen de Buda quedaron definidos. Así se logró un estilo propiamente indio en las representaciones, surgiendo un canon iconográfico que luego influenció la representación de Buda en el resto de Asia.

Universo de Budas

Cuando el budismo se expande a partir del siglo I, comienzan a surgir en todas partes de Asia diferentes imágenes de Buda según la región geográfica. En la región de Tíbet hay cierto tipo de budismo que se mezcla con la cultura local Bön; en Myanmar los Buda son dorados; en Tailandia tienen una llama sobre la cabeza; en China visten con capas de seda. Sin embargo, hay una iconografía de la imagen de Buda que se mantiene a lo largo del tiempo y de los países: las mismas posturas meditativas, símbolos como las orejas largas, la protuberancia en la cabeza y los mudra o gestos realizados con las manos.

Incluso muchas de las imágenes que encontramos de Buda, no siempre son representaciones de Siddhartha Gautama, el monje con su túnica, en gesto de humildad, despojado de atributos o adornos, sino a partir del surgimiento de diferentes corrientes y escuelas budista aparece la figura del bodhisattva (ser que sigue el camino de Buda y ha obtenido el despertar espiritual, pero ha hecho el voto de seguir naciendo una y otra vez -samsara- hasta ayudar a que todos los seres sintientes logran la iluminación). Las representaciones de estos seres mantienen las características clásicas de los Buda: sentado en padmasana o posición de loto con las piernas cruzadas y realizando con sus manos un gesto o mudra. “Esas imágenes que son manifestaciones de deidades y representan el estado de budeidad, el estado iluminado”, indica Magdalena Murúa, especialista en la materia.

Entre las esculturas que atesora el Museo Nacional de Arte Oriental hay procedentes de China, India, Tailandia, Tíbet, Japón, Camboya y Corea, donde se observa cómo las representaciones de la imagen de Buda fueron tomando características propias según las regiones y la diferentes épocas históricas.

Además de las esculturas, la pintura de thangkas fue un arte que se desarrolló principalmente en la zona de Tíbet. A los aprendices de la doctrina budista, mediante ejercicios de meditación, se les manifestaba una deidad determinada, que ellos visualizaban y comenzaba a pintar sobre tela dando inicio a un camino de transformación que los llevaría a “convertirse” en esa deidad porque el arte es considerado un camino hacia la realización última.

En las piezas que se encuentran en el MNAO pueden verse representados a diferentes Buda y bodhisattva con una aureola que da cuenta de su Iluminación; con vestimentas de monje y con la usnisha, la protuberancia craneal que simboliza su gran conocimiento e iluminación. En la frente un punto llamado urna, que indica su omnisciencia o habilidad para comprender todas las cosas. Los párpados entrecerrados indican el estado meditativo y poseen “la pureza de los pétalos de la flor de loto” y la sonrisa es sinónimo de serenidad.

Budismo en Argentina

La doctrina budista se comenzó a popularizar en Argentina a partir de la década del 60.

Pero ya desde mucho tiempo atrás era visible la influencia de oriente en nuestro país. Como el caso del poeta, pensador y artista indio Rabindranath Tagore, que visitó nuestro país en la década del 20, ocasión en la que entabló amistad con la escritoria Victoria Ocampo. Sus poemas, hablan del amor, la naturaleza y el desapego a lo material.

En el país hay más de 30 centros budistas (aunque sólo cuatro registrados oficialmente) donde se practican diferentes escuelas de budismo. Además, pueden encontrarse imágenes de influencia budista en muchos hogares argentinos y también en algunos sitios destacados como en el panel del templo de los cebúes en el zoo porteño.

La licenciada en Estudios Orientales, Paula Savón, sostiene que “a pesar de las trasformaciones, la imagen de Buda transmite, significa. En las sociedades de consumo, donde el hombre moderno vive un mundo desacralizado, hay una tendencia a que los símbolos pierdan su sentido, se desvirtúen, pero en el fondo no pierden su valor operativo porque éste actúa a un nivel muy profundo de la psique. Por eso, la persona que compra un Buda para adornar el living, de alguna manera está buscando algo sagrado, una conexión consigo misma y con la dimensión sagrada de la vida”.