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Museo Nacional de Arte Oriental

Tensar la mirada

En el marco de la exhibición Meditaciones, la artista María De la Vega presenta un conjunto de obras que invitan a detenerse en el color como experiencia sensible. En esta conversación, reflexiona sobre su serie Mutaciones del espíritu, el proceso creativo detrás de Presentes, el rol del espectador y la contemplación como práctica artística.

Por Gimena Bilbao

En Meditaciones presentás obras de la serie Mutaciones del espíritu. ¿De qué manera surgió esta serie y qué lugar ocupa dentro de tu recorrido artístico?

Comencé con Mutaciones del espíritu a mediados del año 2019. Creo que se dio naturalmente ya que venía de una serie llamada Intervalo, con la cual había estado trabajando durante los meses de abril y mayo del año 2019. En Intervalo, la contemplación, como concepto y acción, comenzó a tomar un lugar importante en mí. Por eso lo incluí también dentro de Mutaciones del Espíritu. Ya llevo seis años con este cuerpo de trabajo. Me resulta tan amplio que tiene incluso diferentes momentos a modo de sub series. Mutaciones del Espíritu ocupa mi presente.

Exhibición Meditaciones, de María De la VegaExhibición Meditaciones en el Museo Nacional de Arte Oriental. Fotografía: Mariana Poggio


Presentes surge como una propuesta de sitio específico. ¿Cómo influyó el espacio del Museo en su concepción y montaje?

Con esta obra pasó algo muy particular, ya que cuando Anush Katchadjian [curadora de la exhibición] vino con Luis Zo [arquitecto del equipo de montaje Museo] a mi taller, me comentó que había un gran espacio entre columnas y sugirió que tal vez podría hacer alguna obra allí con las cintas que utilizaba. Cuando me comentó esa inquietud, recordé que en el 2022 había hecho un boceto de una obra de gran formato con cintas y decidí mostrárselo. Este boceto se acercaba mucho a lo que Anush había imaginado para ese espacio. Al ver esta correspondencia no lo dudamos y me puse a trabajar para adaptarlo a las medidas de la sala del Museo. El espacio con el que iba a trabajar daba múltiples opciones, ya que no solamente era amplio sino que también contaba con ciertas características estructurales que colaboraban favorablemente con una obra de estas características. Tanto las cuatro columnas de la sala, como así también los techos altos con vigas y la parrilla de luces, ayudaron mucho. 

El trabajo minucioso y constante del equipo de montaje del Museo fue de gran ayuda para que una obra participativa de estas características pudiera formar parte de la exhibición.

María De la Vega en su taller


En varias de tus obras aparecen lazos y cintas, muchas de ellas realizadas artesanalmente. ¿Qué lugar tienen estos materiales en tu práctica? ¿Qué tipo de vínculos o sentidos se tejen en ella?

Las cintas comenzaron como una investigación espacial a fines del 2016 como recurso lineal en las pinturas bidimensionales. Cada vez que las utilizo, al ser intercambiables, colaboran brindando una multiplicidad de imágenes además de movimiento. Con el tiempo y el uso, cobraron preponderancia e individualidad. Ahora cada cinta podría ser una obra en sí misma.

Para esta exhibición y particularmente para la obra Presentes conté con la colaboración de Zaragoza Gerez, mi madre, quien estuvo en cada parte del proceso de confección de las cintas, ya que son más de ciento treinta y dos y tienen de dos a cuatro metros de longitud. Están cosidas por mí con la máquina y pintadas a mano en el taller, que es pequeño, y por eso tuvimos que trabajar de forma continua por color y longitud. Haber contado con su colaboración fue también un modo de  honrar a mi bisabuela que tejía en su telar, mantas con motivos geométricos en Santiago del Estero y a mí abuela que también se dedicó a coser y a tejer cuando vino con mi madre para Buenos Aires. La actividad en el taller se desarrolla generalmente de forma silenciosa. Zaragoza se acopló perfectamente a esta forma de trabajo, logrando momentos de introspección, contemplación y sinergia, muy valiosos para el proceso de confección y factura de la obra. 

También conté con Melina Villanueva, que trabajó desde su taller particular cosiendo veinte cintas.

Exhibición Meditaciones. Fotografía: Mariana Poggio 

El color está muy presente en tu obra, tanto desde lo visual como desde lo simbólico. ¿Cómo elegís los colores con los que trabajás? ¿Hay alguna experiencia perceptiva o emocional que te interese provocar?

La paleta de colores la voy armando de acuerdo a la obra que voy a realizar, aunque si la composición surge luego de una meditación, trato de no modificarla demasiado. 

Si bien hay ciertos colores con los que trabajo frecuentemente por una cuestión de gusto personal, el uso tiene mucho que ver con lo que quiero expresar. Me gusta jugar utilizando la saturación como forma de tensar la mirada. Me interesa también cómo afecta emocionalmente mirar ciertos colores durante un lapso de tiempo.  

 Detalle de las obras que integran la serie Mutaciones del espíritu. Fotografía: Mariana Poggio


En tu trabajo hay elementos que pueden ser activados por el espectador. ¿Qué lugar ocupa para vos la intención de quien observa?

Me interesa que la actividad de pintar sea lúdica para mi. Puedo llegar a orientar al espectador tal vez con ciertos elementos, para intentar que esa parte lúdica continúe... pero la intención de quien observa es propia e inherente solo a la obra. El observador suele jugar un rol importante, completando la obra con su mirada.

 
¿Cuál es la pregunta que te estás haciendo hoy como artista?

El poema de Peter Handke Cuando el niño era niño, ¿podría responder esta pregunta?